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das Mystische 2.1

Retorno de las estrellas

Retorno de las estrellas UNO: PERDIDO EN LAS ESTRELLAS

(A esta discusión llego también (inevitablemente) muy tarde. Al parecer, Google digitalizará los libros de varias grandes bibliotecas de EE UU e Inglaterra. Lo comentaba hace unos días José Antonio Millán en las páginas de El País: en total, 15 millones de libros: los que están en el dominio público serán ofrecidos en su integridad, y de los que tienen copyright vigente se mostrarán fragmentos con permiso de los editores y como vía para vender la obra (como ya venía haciendo Amazon). Pero yo me he enterado de todo por un reportaje de Jesús Ruiz Mantilla publicado también en El País el domingo pasado. Jesús Ruiz Mantilla, ¡cómo no hacerlo!, abre su artículo con una mención a Jorge Luis Borges y a la biblioteca infinita. ¡15 millones de libros! Es decir: el no va más de la galaxia digital indexada; el tópico de la biblioteca infinita elevado a la categoría de algoritmo numérico. A mí, no obstante, lo que más me ha llamado la atención han sido las declaraciones de Jean-Noël Jeanneney, presidente de la Biblioteca Nacional Francesa, y de Jacques Chirac, presidente de la República Francesa. Dice el primero:

"Corremos el riesgo de una dominación aplastante por parte de los EE.UU., que pueden imponer a las próximas generaciones una idea de la definición del mundo".

Y subraya el segundo que lo importante es que exista "un punto de vista europeo" y que el ciudadano no esté obligado a ceñirse "a la omnipresencia de la cultura anglosajona, que tiene tendencia a querer borrar a todas las demás aunque sea corriendo el riesgo de generar una subcultura general".

Inmerso en el estudio de monismos y pluralismos diversos, de visiones y versiones del mundo, conceptos como "una idea de la definición del mundo" o "un punto de vista europeo" no podían faltar en mis apuntes. Por lo demás, las reacciones de autores, editores y libreros pueden considerarse como previsibles. Por un lado (y siguiendo con la versión del mundo de Nelson Goodman) estaríamos ante la idea de conocimiento, entendido éste como la disposición y adquisición de un conjunto de habilidades interdependientes que nos permitan establecer y eliminar hábitos cuando ello sea preciso. Eliminados y establecidos estos hábitos estaríamos, mucho me temo, ante cierta categoría de progreso.

DOS: RETORNO DE LAS ESTRELLAS

Algunos, de regreso de las estrellas, se encuentran con que todo está definitivamente cambiado:

"Pasé toda la tarde en la librería. No había libros en ella; hacía casi medio siglo que no se imprimían. Y yo los esperaba tanto después de los microfilmes en que consistía la biblioteca del Prometeo. No existían. Ya no se podía curiosear en las estanterías, sopesar gruesos tomos en las mano, saborear bien su volumen, que predecía la duración del placer de su lectura. La librería recordaba un laboratorio electrónico. Los libros eran pequeños cristales de contenido acumulado, y se leían con ayuda de un optón. Éste incluso se parecía a un libro, aunque sólo tenía una página entre las tapas. Al tocar esta hoja, aparecían por orden las páginas del texto, una tras otra. Pero, según me dijo el robot vendedor, los optones se usaban muy poco. El público prefería los lectones, que leían en voz alta, y era posible elegir la voz, el ritmo y la modulación preferida. Solamente se imprimían en páginas de plástico, que imitaban el papel, algunas publicaciones científicas de audiencia muy reducida. Por ello pude meter en un bolsillo todas mis compras, aunque se trataba de trescientos títulos. Los libros parecían un puñado de granos cristalinos. Escogí varias obras históricas y sociológicas, algo sobre estadística, demografía y psicología; de esto último, lo que me había recomendado la chica del ADAPT. Algunos manuales más voluminosos de matemáticas, que naturalmente no eran voluminosos por su tamaño, sino por su contenido. El robot que me atendió era él mismo una enciclopedia. Según me dijo, estaba en comunicación directa mediante catálogos electrónicos con todas las obras del mundo. En la librería sólo se encontraban ejemplares únicos de libros, y cuando alguien los necesitaba, el contenido de la obra requerida se fijaba en un pequeño cristal.

Los originales –matrices de cristal- no podían verse: estaban detrás de placas de acero esmaltadas, de color azul pálido. Así pues, el libro se imprimía, por así decirlo, cada vez que alguien lo necesitaba. Habían dejado de existir los problemas de edición, de tirada o de que un libro se agotase. Era realmente un gran éxito. Pero yo lo sentía por los libros. Cuando me enteré de que había tiendas de libros antiguos de papel, las busqué y encontré una. Tuve una decepción: apenas había literatura científica. Novelas, algunos libros para niños y un par de años de viejas revistas."

(Stanislaw Lem, Retorno de las estrellas.)

TRES: SIGNOS BAJO LAS ESTRELLAS

El sábado pasado, inexplicablemente, dejé sin identificar la fotografía que ilustraba Del Mundo y del Todo. Ruego disculpas. La imagen en cuestión lleva por título Deiscrizione, y forma parte de un proyecto del artista italiano Claudio Parmiggiani. Escribe Parmiggiani al respecto de la misma:

"No creo que haya ningún otro mensaje por transmitir aparte del signo, la huella de nuestro paso candente, de lo que somos: cometas. Sólo tenemos como legado nuestra soledad. Avanzamos como ciegos".

La imagen muestra a un escriba con el cuerpo completamente recubierto de ideogramas, símbolos alquímicos y alfabetos exóticos, mientras la tabla que sujeta firmemente permanece en blanco, sorprendentemente vacía, intacta. Se diría que el escriba ha absorbido la totalidad de los signos de su vida, convirtiéndose él mismo en un signo; la superficie habitual de los signos, esa página en blanco que se extiende ante su mirada como un cristal opaco, ya no dice nada. La imagen de Parmiggiani me ha recordado (inevitablemente) a El Hombre Ilustrado de Ray Bradbury. Y su contemplación me ha dejado mucho más tranquilo, como un símbolo colgado, como un signo solitario sumergido bajo estrellas.

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